A pesar que viajar hoy por hoy está complicado, siempre es bueno ir pesando cuál puede ser nuestro próximo destino vacacional. Por eso, traemos esta guía con cuatro lugares que no te podés perder si viajás a San Francisco.
Por Marou Rivero
Con espíritu despojado de cualquier agenda, eligiendo un destino bueno conocido pero con mucho por conocer, fue que volví a San Francisco, California. ¿Qué tiene este polo tecnológico y sustentable de los Estados Unidos, donde las startups que prometen mejorarnos la vida con sus aplicaciones se instalan sin dudarlo?
A mis ojos: diversidad. Si uno camina por Market St. se encuentra un homeless compartiendo un banco de plaza con un programador de Twitter. Una iglesia le abre sus puertas a la diversidad de género y los latinos establecen los límites del barrio hipster. De estos hermosos contrastes se trata San Francisco.
- Primero: Mission District, el barrio de San Francisco del que todos hablan hoy. En sus calles conviven una pequeña heladería orgánica, una tienda de diseño con acento feminista y una galería de arte. Allí murales con mensajes inclusivos llenan las paredes, y las suculentas, las veredas.
- Un Aloha en la puerta invita a pasar, y aunque se recomienda reservar antes, LihoLiho Yacht Club tiene el corazón y barra grande. En dos años, y con una carta de comida hawaiana a base de frutos de mar, este restaurante se ganó títulos como el mejor chef de SF y, mi favorito, su baked hawaiian es uno de los cinco mejores postres de todo EE.UU.
- Ir a una fiesta Daybreaker. Las organizan de 6 a 9 de la mañana y tienen entre su público a padres con niños y adultos -sin límite de edad- que después se van a trabajar. Bailar y meditar, sin alcohol, compartiendo una experiencia con gente con igual interés por buscar nuevos sinónimos de diversión. Festejé mi cumpleaños en la primera que se hizo de noche en una iglesia y fue #Muylomas.
- Sin lugar a dudas, una de las experiencias más particulares que se puede hacer en San Francisco es abrazar sequoias. Están en todo California pero en el Parque Nacional Yosemite habitan las gigantes. Son los seres vivos más grandes del mundo y si pararse al lado constituye un acto de asumir nuestra insignificancia, abrazarlas es tomar contacto con ese hilo de naturaleza que nos une a todos. Su textura es hermosa, llena de capas de madera y fibras vegetales que parecen piel.
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