Charlas de amor en bata Fuera de Blog Por: Meli Navas Soy una persona que de acuerdo a los estándares de belleza de la sociedad, derivados de la publicidad y la moda, entraría en la categoría de “normal”. Es decir, no soy hermosa, ni tampoco horrible. Tengo días lindos y días feos. Me costó mucho entender que esto era una oportunidad. Que si no soy ni fu ni fa. Es más fácil sorprenderte y ese es mi fuerte. Mi posicionamiento es estratégico, de modo que cuanto más tiempo pases conmigo, más voy a gustarte. Soy como un plazo fijo de amor, que trata de generar altos intereses. Hablemos de lo mejor que tienen las personas Lo mejor que tiene una persona es la imprevisibilidad. Cada uno de nosotros contiene 1 (un) mundo escondido adentro del cerebro y del cuerpo, que genera curiosidad. Yo soy una gran amante de las mentes y es más, te confieso que yo no me chapo gente, me chapo mentes. Me aburren los cuerpos solos o mejor dicho, me llaman la atención por un período de tiempo muy limitado. Tocar ocho abdominales marcados una y otra vez, y saber que nada sorprendente va a pasar. Me parece MUY a-BOOOO!-rrido. Me hace sentir que estoy atrapada en la escena de un GIF. Dame novedad. Cuando alguien me conquista, yo estoy en un estado de I brain You. Y cuando esa persona acepta ser mi co-equiper de recuerdos ahí pasa… PUM! I love you. Porque a Meli Navas no le importa que le compres un par de zapatos o una cartera, a Meli Navas le importa que la hagas sentir viva. Que aceptes su invitación a cantar mal delante de desconocidos, que te prendas a sus festivales de budín en el parque, que encuentres una excusa para abrazarla dos minutos más en una esquina. Que le digas cosas que la hagan sentir como en los libros de amor. Donde las historias nunca pasan por “y se fueron de viaje a Punta del Este a andar en yate”. Más bien, son historias basadas en los detalles y es que para Meli Navas, el amor agranda el combo. El diccionario de Meli Navas lo define así: Amor: Ciencia que hace épicos los mini momentos. Y tiene sentido. Pero bueno, esto me lleva a pensar en lo lindo que es encontrar a alguien. Es que somos hermosos (Aunque la moda y la publicidad no nos avale. Yo nos avalo). Somos hermosos cuando entendemos que nuestro todo es mucho más que la suma de un fémur, un cráneo, dos tetas y un culo. Somos una cajita que esconde algo, un humano kínder, que solo puede ser abierto por algunos. Y del que cada uno saca algo diferente. Están quienes se llevan una parte de tu ternura, quienes se llevan una parte de tu amor y también de tu odio, y quienes te despiertan ganas de comer, salir o bailar. Cada uno atrae la sorpresa que vibra. No me refiero a un consolador. Me refiero a que si vibro amor atraigo amor. De hecho, en internet leí “Your vibe attracts your tribe”. Todo pasa por como te sienten. Es más, ya lo dijo la Chiqui Legrand: “Como te ven te tratan, si te ven mal te maltratan”. Ando con el corazón un poco roto. Me siento un poco vacía porque entregué mis sorpresas y no funcionaron. Pero esto no es malo, esto significa que es hora de llenarme otra vez. De reconstruir mi mundo interno. De hacerlo genial. Para que me traten genial. Soy una persona que de acuerdo a los estándares de belleza de la sociedad, derivados de la publicidad y la moda, entraría en la categoría de “normal”. Es decir, no soy hermosa, ni tampoco horrible. Tengo días lindos, días feos y días como hoy, en los que decido trabajar sobre el contenido de mi envase, porque ya me di cuenta de que yo no quiero que me vean linda, yo quiero que me sientan linda.