Benito Cerati Entrevistas Por: Gabriel Imparato Después de un largo tiempo viajando por Europa, regresó a Buenos Aires para finalizar el registro y edición de su tercer álbum llamado “Unisex”. A pocos meses de cumplirse cinco años de la partida física de su padre, el primogénito del músico argentino analiza su presente y las secuelas de aquella partida. ¿Cómo tomaste la decisión de producir sólo el tercer álbum de “Zero Hill”? En este disco puse mucho lo que siempre quise decir, pero en los anteriores, tal vez, descansaba en la decisión final de otra persona, en lo artístico y en lo visual. Es como que lograba las cosas a medias. No es que no tenía el corte final del asunto, sino que yo no me lo permitía. En esos momentos otros tenían las cosas más claras que yo, mis ideas no valían tanto. Lo que pasó entre el segundo y el tercer álbum fue que tuve como un descubrimiento personal muy grande, ocurrieron determinadas situaciones muy puntuales, quiebres. Viajé por el mundo, tuve una situación de salud, también eso te hace replantearte todo y darte cuenta de qué es lo que vale más. Tuviste un ataque epiléptico a fines del 2018. ¿Cómo quedó ese tema de salud? Es un problema que puedo controlar, donde mi cuerpo es una especie de llave térmica que tengo que vigilar. Me parece que es una muy buena metáfora, esas apariciones del problema físico tienen que ver con el estrés, porque la otra vez que me pasó, fue exactamente lo mismo. En la presentación de mi disco anterior “Alien Head” me agarró un ataque, imaginate. Después de aquél episodio estaba medio canchero, fue algo totalmente irresponsable. Pero ahora estoy bien, tengo que cuidarme y evitar el estrés. ¿Cómo encaja este álbum en el contexto social del país? Está bueno porque uno se siente acompañado, con este disco estoy mostrando lo que siempre he pensado, lo que siempre he sido. Hace un año todo era muy distinto. Decía que al hablar de esto iba a ser la única voz. Cuando empecé a grabar el disco comprobé que creció una gran movida, cosas como el tema de género, dije “woow”. Esa coincidencia me hizo sentir que el camino que estaba tomando era el correcto, que era el momento de salir a hablar de esas cosas. Eso es lo que tienen las revoluciones sociales, hacen que uno se sienta acompañado. A mí también me pasa y este álbum es medio eso. Yo pensaba que iba a ser una gota de agua en medio del desierto y resulta que cuando salió éramos un río. Estoy tocando temáticas que hoy le llegan a un montón de personas. Toda esta idea se terminó de germinar en Chile. Fuimos a hacer el video de uno de los temas de difusión, grabarlo en un boliche, entonces surgió el concepto de hacerlo en distintos boliches de varios países, que fuera como una fiesta latinoamericana. Fui a Chile y ahí descubrí un montón de cosas mías, fue un viaje muy valioso, el ambiente disidente es muy distinto al de acá. Lo político en ellos está mucho más presente, porque es más chico, under, es mucho más guerrero y descubrí algo más copado. Eso me hizo sacar afuera un montón de cosas. Chile tiene una incidencia importante en mi vida, pero en este disco más. Por eso quise arrancarlo allá, no solo acá. ¿Tuviste que luchar con los prejuicios de la crítica? En realidad tuve que superar mis propios prejuicios, porque si vos tenes tus ideas claras nadie las va a derrumbar. Si yo las sufrí en algún momento, fue porque me creí esas cosas que decían. Rara vez sentía que no tenía muy en claro mi propósito con la música. Me gustaba hacer música pero tal vez no la adecuaba a lo que quería hacer, incluso quería que mi banda fuera exitosa, pero en realidad ¿qué quería?. Ahí sonaban otras voces de gente conocida, lo cierto es que no me podía escuchar a mí mismo. Ahora estoy haciendo con la música lo que deseo, que es muy distinto a lo que se esperaba o puede esperar alguien. Mi banda comenzó a fluir, antes eso se insinuaba, pero ahora cobró visión. No solo somos músicos,sino que somos amigos, gente que yo considero buenas personas, acá en Unisex se expandió a lo que es ingeniería, la mezcla, Belén, la que dirige los videos… son todos como muy amigos míos y cada uno aporta y está entusiasmado de la misma manera, es como un family team, se volvió un poco eso. Habrás visto que en una escena del film “Bohemian Rhapsody” a Freddy Mercury le preguntan más cosas de su sexualidad que del álbum editado. Brian May mira a todos los periodistas y comenta “¿no quieren que hablemos del disco?”… Eso me pasa un montón de veces, no sobre sexualidad, sobre otras cosas. Siempre me consultan por las cosas que me orbitan, las satelitales, no sé, yo ya estoy medio acostumbrado a esas cosas, me las banqué porque tenía mucho que aprender sobre eso y me lo tomé con calma. Por más que a veces pierda los estribos, soy humano y en esos casos siempre admito que tengo que aprender algo de esas situaciones, incluso que voy a salir mucho más fuerte de ellas. Cuando uno se libera de eso que nos domina puede decidir mejor las cosas, que la gente lo entienda, pasa con todo. Los discos criticados en su época, ahora son resignificados, se transforman en obras de arte. Es una cosa así. Después de “Unisex”, es muy probable que haya una reconsideración de mis dos discos anteriores, a mí me encantaría, sobre todo el caso de “Alien Head”, que lo sigo escuchando tanto como éste. Ese álbum en algún sentido fue como la plataforma para que pudiese despegar el concepto de “Unisex”. Ahí hay muchas de mis canciones favoritas, sigue siendo un disco muy adorado para mí. Como este disco tiene una llegada muy distinta, siento que estoy promocionando los tres (risas). Hago la música que más me gusta, es mi manera de encararlo, siempre fue así. ¿Cómo armaste los cimientos de este edificio musical llamado “Unisex”? Creo que “Unisex” es uno de los discos más rockeros que hice. La mezcla de lo rockero y lo tecnológico fue bastante consciente. Quise hacer un disco distinto, con diferentes influencias y agarrar otros elementos que pudieran ejercer eso en mí, aunque los mismos en muchos casos fueran más accesibles. En este álbum hice mucho más hincapié en el formato canción, por ahí el primer disco es mucho más experimental, “Alien head” ya mostraba un cambio y acá reforcé eso mucho más. Lo que es canción pop, es eso, una canción pop, pero no puedo hacer un disco mío sin mis “flashes”. En esta grabación hubo mucha experimentación en el estudio, eso lo quise dejar. Hay momentos donde el álbum propone cosas de soundtrack, ahí me relajé, no quise que todo sonara empaquetado como en el anterior. Traíamos varios pedales y evaluábamos cómo iba a ser el recorrido de las guitarras por esas unidades activadoras. Dentro de las canciones hay cosas que iban sucediendo y las dejamos porque queríamos recordar aquellas sensaciones, todos esos momentos ambients que tiene el álbum. Por los shows que venís haciendo da la sensación que finalmente encontraste tu lugar en la música… Sí, antes esa situación en el escenario la sufría como un examen de matemáticas. Siento que pegué un cambio bárbaro y creo que incidió mucho aquello de tomarme un tiempo para descubrirme y establecer como era antes de grabar el tercer disco de mi carrera. Me encuentro parado en otro lado, en un lugar cómodo conmigo, sobre todo “aprendiendo a aprender”. Eso es muy difícil de lograr, más en un lugar como el mío donde todos te están mirando. Lo que sucede mucho con “Unisex” es que realmente está la gente que quiere estar, se ve en los shows. Voy a tocar a lugares algo más chicos, como que deseché la onda gigante de festivales. En mi primer disco me metían esas cosas y yo no llegaba a entenderlo, sabía que quería hacerlo pero no entendía por qué. Ahora me gusta esa cosa de la comunicación, sentir que la otra persona está relajada, poder brindar un buen momento. Veo que a la gente eso le empieza a gustar, es como una bola de nieve y empieza a venir más gente, porque saben que hay como una buena vibra. Veo que cambió tu dinámica para cantar tus temas y también los de Gustavo. Parece que ahora disfrutás más tu rol de cantante con esas canciones. Antes tenías la tensión de ver qué decían los demás de tus interpretaciones y ahora parece que te dedicaste a disfrutar cantándolas ajeno a lo que pasa. Es exactamente eso (risas), no hace falta agregar nada más. Totalmente, inclusive ahora hasta no me preocupa saber muy bien la letra, no tengo problemas en leerla de un celular como hice esa vez, o equivocarme . y equivocarme gritándolo. Como que me importa muy poco, la gente puede decir “ehhh!, acá hay un pibe haciendo lo que puede, lo que quiere”. Hasta donde llega es un túnel que vas cavándote cada vez más, pero cada uno a su ritmo. Yo estaba muy desesperado por tenerlo todo ya. Casi como si fuera un saquito de té y en cinco minutos ya está. Pero no, ya no es más eso y estoy contento hasta con lo que me falta, entonces pienso “soy joven y está bueno que me falten cosas”. Estoy bien donde estoy y voy a mejorar. Mi terapeuta dice que con este álbum empieza mi historia. Yo le creo. ¿Hacer terapia te ayuda en tu vida musical? Uff… Sí y cómo. Es tremendo, me cambió la forma de escribir, es un lugar donde uno conecta más con uno mismo, se enfrenta con las cosas que son contradicciones, aquellas cuestiones que no te gustan de vos mismo. Ahora es un espacio más relajado donde más que nada charlo y me aflojo de alguna situación del momento. Cuando tenía 17 años no sabía qué iba a hacer con mi vida. En estos últimos cinco años la terapia me ayudó un montón. Fue eso, la contención de la familia. Estaba pasando por una depresión muy grande, tenía 16, 17 años y no me levantaba de la cama, solo para ir a grabar los discos. Eso fue algo que me ayudó, yo no me daba cuenta, iba como laburando eso muy lentamente. De repente me encontré parado del otro lado de la vereda y dije “ahh, ésto lo hice yo”, en el fondo siempre tuve esa resiliencia, esa energía de decir “voy a salir de acá, esto es para mejor”. Siempre tuve ese optimismo por más negro que se me vuelva todo, entonces también tiene que ver con uno. Ahí ves como una rueda en reversa, “wow, yo pude” o “wow, puedo más”, entonces toda esa cosa negra se transforma en algo positivo. ¿En algún momento Gustavo te dio consejos para afrontar tu música? Él no era de dar lecciones. Las cosas que me inspiraron de él fueron la pasión, lo lúdico, el siempre estar haciendo las cosas por curiosidad, es una cosa que nos une mucho a los hombres de esta familia. Toda esta cosa de poetizar eventos de la vida; yo soy mucho más social, me abro y soy mucho más directo. Mi viejo era como un poeta, yo voy a temas mucho más concretos y sé de lo que estoy hablando. No creo, hablo de realidades. Es una diferencia, siento que aprendo en base a la diferencia. Nos une mucho todo lo de la experimentación. Cuando nací era una época experimental de locura total. Mis primeros cinco años eran todo house, trip hop, yo crecí con eso, soy un experimental baby, eso lo mamé de chico, en mi casa ya no se escuchaba Led Zeppelín. Me acuerdo que en mis cumpleaños jugaba con secuencias hechas con la Roland 303, sumá a eso un teclado Casio, ese es como mi origen. No me enseñaron jamás a tocar la guitarra en casa, nunca en mi vida. De hecho, en los 90´ en mi casa las guitarras estaban escondidas, pero ahora toco la guitarra y me gusta mucho, la descubrí por mi cuenta. Me gusta todo, me gustaría, cuando esté más tranquilo, aprender a tocar el violín. Imagino en el futuro un disco más a lo Laurie Anderson (risas).