En persona uno puede entender mejor el chiste del último episodio de Better Call Saul, cuando seduce a un par de mujeres haciéndoles creer que es Kevin Costner. Pero con esa voz ronca inconfundible que arrastra con cierta cadencia y que es una de las razones por las que Saul Goodman pasó de personaje secundario a protagonista, no quedan dudas que el que está enfrente es Bob Odenkirk, el actor que intepreta al abogado sin escrúpulos que en Breaking Bad se convirtió en la mano derecha de Walter White.
Por: Gabriel Lerman
Aunque la gran fama sea algo muy reciente, Odenkirk lleva años trabajando en Hollywood, pero no delante de las cámaras. Guionista de Saturday Night Live y The Ben Stiller Show, Bob es también un veterano productor y ha dirigido tres películas, entre ellas Los hermanos Solomon, con Will Arnett y Will Forte. Tanto conocimiento de la industria le ha permitido reconocer el regalo de Vince Gilligan y Peter Gould cuando lo invitaron a sumarse al elenco de Breaking Bad, por lo que su desafío más grande fue memorizar palabra por palabra sus extensos parlamentos sin sugerir modificaciones, y aprender a comportarse simplemente como actor.
¿Dirías que Better Call Saul es un drama o una comedia?
Es un drama, sin ninguna duda. Es cierto que comienza de una manera divertida, pero creo que es un 90 por ciento drama y un 10 por ciento comedia. De todos modos, recuerdo que cuando vi el primer episodio terminado tuve una sonrisa de principio a fin porque me olvidé de que también es divertido. Es que yo me tomo todo lo que hace Saul muy seriamente. Él lo vive así, siempre está por debajo de otra persona y lucha por sobresalir. Tal vez por eso la audiencia se ponga de su lado. Eso siempre ha sido así y nunca lo entendí muy bien. Evidentemente les resulta simpático. Tal vez lo apoyan porque siempre está haciendo planes que como espectador sabes que no terminarán bien.
¿Sos un buen negociador en la vida real?
Creo que soy terrible como negociador. En realidad si se trata de negociar por vos probablemente me las ingeniaré para conseguir lo que querés, pero si se trata de mí y mi vida personal, enseguida me derrumbo porque quiero una solución muy rápidamente. Creo que la razón por la que Saul funcionaba tan bien en Breaking Bad era porque en realidad él nunca se estaba jugando nada. Siempre ganaba dinero de los problemas de los demás. Recién en la última temporada de esa serie las cosas se pusieron pesadas para él. Saul nunca creyó que iban a terminar crucificándole. Por eso siempre hacía bromas y era tan caballero a la hora de hacer sugerencias.
¿Cuando surgió la idea de que tuviera su propia serie?
Curiosamente en la primera escena que hice para Breaking Bad. Vince Gilligan dijo como una broma que Saul tenía que tener su propia serie porque era un personaje que abría muchas posibilidades. Era alguien que evidentemente se divertía con lo que hacía y que guardaba muchos secretos. Era obvio que había muchas cosas que no se decían en esa oficina con esa fachada y la Constitución de Estados Unidos detrás. En mi segunda temporada con Breaking Bad, que fue la tercera temporada que se emitió, me dijo en un pasillo que le gustaba la idea de una serie con Saul como protagonista. A lo largo de los años analizaron muchas posibilidades, como un sitcom de media hora o una serie en la que hubiese un cliente distinto cada semana, con personajes realmente detestables llegando a su oficina. Finalmente tuvimos una reunión con Vince Gilligan y Peter Gould en el hotel Chateau Marmont de Los Ángeles y hablamos seriamente sobre la forma de hacer la serie. Quedamos en que el tenía que ser un personaje agradable, la audiencia debía ponerse de su lado y no como en Breaking Bad en donde era el encargado de aliviar los ánimos. La clave para lograrlo era que Saul fuese el protagonista. Lo de la comedia de media hora no nos pareció correcto, porque era una forma de abaratar la propuesta. Básicamente la idea era contar la historia de Saul a partir de las pistas que habían aparecido en Breaking Bad, en donde la primera vez que aparece dice que su verdadero nombre es James McGill, que Saul Goodman es un seudónimo y que lo de los trajes es un show. Ellos querían explorar quién era realmente este hombre, que evidentemente tiene muchos talentos. Es un muy inteligente, puede preparar un plan, sabe hablar, en lo que es muy diferente a mí. Es también una historia sobre transformación aunque diferente a la de Breaking Bad en donde Mr. Chips se convierte en Scarface. Lo de Better Call Saul es un desafío mayor para Vince porque ya sabemos en lo que se va a convertir. En Breaking Bad, él podía elegir qué clase de Scarface podía ser Walt. En este caso ya sabemos como luce Sam Goodman al final. Lo bueno es que contamos con el apoyo de la audiencia desde el principio porque saben que es el mismo equipo que hizo Breaking Bad. Que hicieron un trabajo maravilloso con esa serie y que ahora pueden hacer lo que quieran. Testear sus límites, hacer algo delirante, lo que sea, y eso nos da mucha libertad.
¿Cómo es tu relación detrás de cámaras con Jonathan Banks, el actor que hace de Mike?
No es tan diferente de la que tenemos frente a las cámaras. Jon Banks no es Mike Ehrmantraut pero si es un señor mayor y gruñón que se queja todo el tiempo de que le ponen demasiado maquillaje y nunca tiene demasiada paciencia. Cuando grabamos, el dice su parlamento y se va. Todo el mundo se ríe con él pero también lo tomamos muy en serio. Ha trabajado en esto desde siempre y muchas veces nos cuenta historias de principios de la década del ‘70, cuando hacía teatro en Nueva York con John Belushi, o cuando trabajaba en Hair en la época que él tenía pelo. Se parece a su personaje en que también es un poco brusco y hosco, pero lo respetamos mucho. Yo creo que tenemos que aparecer juntos en cámara más seguido. Esas escenas en las que estamos los dos en el estacionamiento son maravillosas. Me hacen reír mucho, pero no puedo hacerlo mientras las grabamos. Pero son muy graciosas, particularmente por este señor mayor al que se le nota todo el tiempo cómo se la ha colmado la paciencia.
¿Fue difícil no reírse en las escenas dramáticas que hiciste con Michael McKean, que también es comediante?
Nos reímos entre toma y toma. Pero los dos valoramos la calidad del guión y llegamos a esas escenas listos para dar lo mejor. Pero mientras acomodan las luces, nos reímos y hablamos mucho de comedia. Yo creo que algo que caracteriza a los comediantes es el compromiso, y la gran pregunta es si son capaces de graduar su actuación. Todos los comediantes, y creeme que conozco a muchos, tienen la capacidad de comprometerse con una propuesta lunática y hacer que parezca real creyendo en ella. Pero es lo mismo que hacés en un drama aunque la propuesta sea más creíble. Lo cierto es que McKean ha demostrado que también es un actor dramático de primera linea, aunque venga de hacer This is Spinal Tap, Saturday Night Live, Laverne & Shirley y Hair en Broadway…
Tu esposa es la agente de muchos comediantes. ¿Cómo te sientes de ser ahora tu la estrella?
Por empezar, es maravilloso lo de haber pasado los 50 años. Ahora tengo 53 y me han dado la oportunidad de explorar un nuevo área de la industria y actuar. Es como haberme ganado la lotería. Pero mi percepción es que a la gente le molesta que yo también sea comediante. No pueden creer que uno pueda hacer las dos cosas bien, la de actuar y escribir comedia. Es como cuando los actores quieren dirigir, no se los mira bien. Nadie se sienta a ver lo que han hecho olvidándose de su trabajo como actor. En mi caso, el haber sido guionista me ayuda mucho en mi trabajo como actor. Tengo un enorme respeto por Vince, Peter y el resto de su equipo porque yo no podría escribir este tipo de drama. Lo mío es la comedia, por lo general parodias, sátiras y lo que ellos hacen es mucho mas profundo. Ser guionista me ayuda a diseccionar la historia y entender mejor a mi personaje. Pero entiendo que a la gente le resulta difícil entender a esta persona que ha hecho tanta comedia y de pronto se pone a hacer drama. No tiene ningún sentido, lo admito, pero por favor, no se lo digas a nadie.